El viento frío que se encarga de arrastrar las hojas secas. Yo me sentía arrastrar con ellas.
-¿A donde vas, bonita?
Esta vez se presentó como un hombre no tan alto, corpulento, de composición brusca. Su rostro mismo se sentía como un puñetazo en la cara.
No contesté. Seguí caminando.
-Ese vicio que tenés de llamar al Silencio -me espetó, igualándome el paso.
Intenté alejarme, pero como era de esperarse, me siguió. Se mofaba de mí a mis espaldas.
Era insoportable.
-¿Por qué no nos ahorras esto? -susurraba en tono suave, casi imperceptible -Libérate de mí.
Estaba cansada de su burla.
Enfurecí gritándole que liberarme era precisamente lo que trataba de hacer hace meses, pero Él siempre me agarraba más fuerte de las manos para que camináramos a la par, y cuando se cansaba, usaba mi espalda para que lo cargara, haciendo que lidiara con mí peso y el suyo al mismo tiempo.
El Pasado se reía de mí.
***
Seguía a mis espaldas.
Recogí el valor para que mis manos atravesaran su pecho, hasta que sentí su corazón. Lo retorcí, fuerte, duro, hasta lo más profundo.
Fue ahí cuando me vi en Él.
Era yo la que sangraba.
Desgarrador y bello. Me encantó.
ResponderEliminarMuy bello. Me fascinó.
ResponderEliminares magnifico.... sin palabras.
ResponderEliminarQué poético! 😀 me encanta
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